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Hola, hoy quiero hablar de Uno de los grandes dilemas de mi vida cristiana

Uno de los grandes dilemas de mi vida cristiana es saber cómo debo relacionarme con el mundo que me rodea. En mi caso, esto ha constituido un reto de toda la vida, Sé que he sido “llamado” al mundo de los negocios. Sin embargo, con ese llamado me encuentro funcionando a diario en medio de un ambiente que no es cristiano.

Muchas veces me relaciono con personas que no conocen a Cristo, y es posible que no tengan interés alguno en mis creencias (hasta puede que sean contrarios a ellas). Tengo que enfrentarme con ideas e ideales que están sumergidos en el materialismo, el egoísmo y la codicia. Trabajo junto a otros cuyo estilo de vida y cuyos hábitos son contrarios a los esquemas bíblicos. El “mundo caído” nunca está lejos de mí.

Hay quienes creen erradamente que los cristianos son inmunes ante los malos pensamientos y las formas de conducta indecorosas; que hay una especie de escudo protector que desciende sobre nosotros para impedir que seamos atraídos hacia el mal. Aunque sea una idea feliz, no es real. De hecho, he notado que cuando una persona camina hacia delante con el Señor, muchas veces sus tentaciones se intensifican. Al fin y al cabo, el creyente tiene un gran valor para el Señor, lo cual lo hace blanco favorito del adversario, quien odia todo lo que Dios ama.

El Apóstol Pedro habla de nosotros diciendo que somos “linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios” (1 Pedro 2:9)
Unas credenciales como éstas aumentan la obsesión de Satanás por derribarnos y separarnos del Señor.

Yo noto que me tengo que guardar con diligencia, sobre todo en tres tipos de tentación que identifica el apóstol Juan. “Porque todo lo que hay en el mundo, los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida, no proviene del Padre, sino del mundo” (1 Juan 2:16).
un abrazo Raúl

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